Por: Estelí Reyes Leyva | Fotos © Luisenrrique Becerra
Máxima Apaza Millares, es senadora por Bolivia, integra el comité de justicia plural y magistratura, y también forma parte de la red parlamentaria por la niñez y adolescencia. Máxima, ha sido una de las parlamentarias invitadas al “I Encuentro Internacional de Parlamentarias Indígenas de América Latina” organizado por la Comisión de la Mujer y familia del Congreso de la República, presidida por la congresista Tania Pariona, que se desarrolló los días viernes 31 de mayo y sábado 01 de junio en la ciudad de Lima.
En la presente entrevista, Máxima nos habla sobre la participación política y los derechos a la tierra de la mujer indígena en Bolivia.
¿Qué significa para Máxima, una mujer indígena, ser senadora de su país?
Llegar a estos espacios de toma de decisión no ha sido fácil, porque en la mayoría de países latinoamericanos hay roles domésticos que se han destinado a las mujeres, en los que ellas deben estar encerradas en el hogar, al servicio del marido y al servicio de los hijos. Sin embargo, quienes más conocen de la realidad económica y social de las comunidades, son las mujeres. Hoy me siento contenta de estar compartiendo mi experiencia.
¿Cuál es la situación de la participación política de la mujer indígena en Bolivia?
Años atrás, muchas mujeres habíamos solicitado una participación del 20 por ciento, luego del 30 por ciento, sin embargo en los gobiernos neoliberales no fuimos escuchadas. Cuando el presidente Evo Morales toma el cargo, se realiza la Asamblea Constituyente y se da la nueva Constitución Política, donde se establece que en los espacios de decisión, la participación sea del 50 por ciento de mujeres y 50 por ciento de hombres. Eso nos ha abierto el camino para poder llegar como diputadas y senadoras dentro del órgano legislativo.
Actualmente se ha superado la participación de las mujeres. Antes, en el año 2006 o 2010, los varones hacían renunciar a las compañeras para asumir ellos los cargos y se consideraba la presencia de la mujer solo para la foto y quienes decidían eran los hombres. Hoy en día esa situación se ha superado, dentro de la asamblea legislativa hay un complemento entre hombre y mujer.
En Bolivia estamos en una fuerte revolución ideológica y política. Nos hemos impulsado para poder llegar a las universidades, varias de mis compañeras están estudiando derecho, actualmente yo estoy culminando una carrera en la Universidad Mayor de San Andrés y muchas mujeres estamos así. Ya no permitimos esas barreras planteadas por la sociedad y hacemos conocer que las mujeres indígenas también tenemos formación, capacidad y podemos plantear una agenda para el desarrollo de nuestro país.
¿Cuál es el nivel de participación de la mujer indígena en la tenencia y gobernanza de la tierra?
En Bolivia, antes del 2006, los que eran dueños y propietarios con documentos eran los varones, pero muchos de ellos cuando abandonaban a la esposa e hijos, se llevaban también las tierras porque estaban a su nombre. Igual las mamás, antes decían, al hijo varón hay que darle la potestad de la titulación. Y las mujeres, las que trabajan la tierra, son agropecuarias, se encargan del comercio, de la venta, del trueque no eran dueñas de nada.
Esa situación se analizó junto a las organizaciones sociales, ha sido un análisis profundo y se decidió hacer una ley para que las mujeres también tengan la titulación de los terrenos. Tenemos un Ministerio de Desarrollo rural y Tierra, integrado por un equipo multidisciplinario que está encargado orientar a todas las comunidades que soliciten ayuda para gestionar la titulación de la tierra para la mujer.
Actualmente, en varias comunidades y provincias, tenemos mujeres que ya tienen la tierra a su nombre, eso es un gran avance, un gran logro. A partir de esa experiencia, las mujeres hemos venido analizando y hemos dicho que queremos una ley para el respeto de la Madre Tierra.
¿Qué otros proyectos vinculados a la tierra vienen trabajando?
También hemos trabajado sobre la seguridad alimentaria, y hemos dicho que lo que queremos es soberanía alimentaria. Porque no solo es comer por comer, hay muchos alimentos que están contaminados con algunas sustancias químicas durante la producción y lo que nosotros queremos es que sea natural. Antes nuestros abuelos vivían más de cien años, hoy en día mujeres jóvenes mueren, nosotras queremos tener un poco más años de vida y por eso hemos planteado la soberanía alimentaria.
Antes, compañeras muy jovencitas se iban a la ciudad a buscar nuevas opciones para trabajar, hoy en día retornan a las comunidades para trabajar en la ganadería y la agricultura. Hoy en día hay luz eléctrica, agua potable en las comunidades, en el domicilio, entonces, cómo no vas a querer volver a tu comunidad, si tienes políticas sociales que responden a tus demandas.
¿Cuál es la propuesta que tiene para las demás parlamentarias indígenas de América Latina?
Queremos unirnos todas las mujeres indígenas para que en todos los países latinoamericanos tengamos presencia en los espacios de decisión, que nos dejen pensar y actuar, para responder a las demandas de nuestros pueblos.
Si Máxima llega a la Asamblea Constitutiva, no solo es la voz de Máxima, detrás hay un grupo de mujeres que son igual o mejor que una, pero así, de pollera indígena.
Nosotros no nos alejamos de nuestros pueblos, de nuestras compañeras, porque estos cargos son coyunturales. Después que termine nuestro cargo, tenemos que volver y seguir trabajando, seguir apoyando a otras compañeras para que lleguen también a estos espacios y que sean nuestras portavoces.
Como dice Azurduy de Padilla, hay que construir la patria grande y la patria grande se construye con la participación de hombres y mujeres indígenas.
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